Ayer le dije a mi mujer: "podría llevarte a los juzgados de la Plaza Castilla por lo que estás haciendo, pero como no quiero atacarte, no lo hago". Y va ella y, en vez de agradecerme mi actitud por no querer denunciarla, se me pone hecha un basilisco y me dice que qué coño tengo yo que denunciar, que vaya donde me salga de los ...., que si así es como demuestro mi apoyo mejor que me dedique a otras cosas..." total, que una bronca monumental. Será que no entiendo a mi mujer.
Pero no debe ser el único caso que no entiendo. Esta mañana le he dicho lo mismo a mi jefe: "podría llevarte a los juzgados de la Plaza Castilla por lo que estás haciendo, pero como no quiero atacarte, no lo hago". Y a mi jefe, que pareciera que había hablado con mi mujer, se le ha hinchado la vena del cuello y ha empezado a soltar improperios por la boca y a decirme...., bueno, mejor no lo reproduzco porque este blog también lo leen menores. Será que tampoco entiendo a los jefes.
Y no es que me haya vuelto loco, o sí. Es que por la radio oí a alguien que decía una cosa muy similar a esta de: "podría llevarte a los juzgados de la Plaza Castilla por lo que estás haciendo, pero como no quiero atacarte, no lo hago", y resulta que nadie le decía que es un, un... (otra vez la autocensura por lo de los menores), y los contertulios hablaban con tono profundo reflexionando sobre estas palabras, y hasta creo que le dedican algún titular de periódico.
No sé, pero aquí alguien está equivocado: o mi mujer y mi jefe, que no entienden el buen rollito que tengo al decirles que no les voy a llevar a los juzgados, o el que me ha aconsejado que diga estas cosas para demostrar mi buen rollito.
En cualquier caso, los cinco minutos de gloria que esperaba en Sálvame de Luxe se han esfumado.
Lo he consultado con mi consejero espiritual, que es una persona cabal, y me ha dicho que he perdido completamente el norte y que la solución es mala, sobre todo porque no tengo nada por lo que denunciar a mi mujer ni a mi jefe: o pongo la denuncia, falsa, esperando que encuentre algún juez que me crea, que de todo hay en la viña del señor (hay muchos con ganas de meter en la cárcel a mi jefe), o no la pongo. En este último caso, me ha dicho, demostraré que si alguna vez me designan para un puesto superior en mi empresa, haré oídos y ojos sordos a los sinvergüenzas que haya a mi alrededor y no los denunciaré.
Total, que o me divorcio y me marcho de mi empresa, manteniendo una acusación falsa, o no la pongo y demuestro que cuando los de mi alrededor comentan delitos no voy a hacer nada.
¿Quién me mandaría hacer un órdago a la grande con tres pitos si yo casi no sé jugar al mus?
Mi consejero espiritual me dice que la única solución sería pedir perdón a mi mujer y a mi jefe, y marcharme unos meses a un templo budista a reflexionar sobre lo imbécil que soy. Pero tengo el ego demasiado subido para comportarme como se comportaría una persona normal. Además, hay tantos que apoyan mi actitud...
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