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domingo, 18 de enero de 2015

Vacío...

Cuando voy a escribir sé que es lo que quiero decir y sé la frase con la que empezar. Ahora no. Ahora no sé que decirte, las ideas se quedan bloqueadas. Pero tengo que hablarte. No, no puedo enviarte un simple mensaje de ánimo. Ni siquiera sé cómo darte ánimos.

El vacío, ese vacío al que, por mucho que diga el sinvergüenza del ministro, todos tememos, se ha presentado ante ti y no hay otro camino que seguirle. ¿52? años y al paro. A la calle porque tu jefe ha decidido que, como se jubilaba, cierra la empresa. Sí, hay también motivos económicos para el cierre, pero se habían conseguido sortear, torear durante estos años, y había muchas posibilidades de que, con la adaptación imprescindible a las nuevas tecnologías, se hubieran conseguido superar. Pero no, el jefe había decidido que su obra terminara con él, y no quería cambios. Su decisión te pone ante el vacío y te dice “salta”.

He pensado muchas veces en ese vacío. He querido estar preparado mentalmente para cuando ese vacío me llegara, para cuando mi jefe, o yo, decidiéramos que era hora de enfrentarme a él. Y con todo lo que he pensado, no sé decirte ninguna conclusión, no sé ofrecerte una salida, no sé cómo debes enfrentarte a él.

Culpas, pensar en las culpas. Es posible que ahora estés revisando mentalmente lo que has hecho. Si deberías haberte ido cuando…, si deberías haber aceptado aquello que te ofrecieron…, si deberías haber preparado la salida cuando empezase a ver que el vacío llegaba… Sí, podías haber tomado muchas decisiones en la vida que hubiesen cambiado este momento, pero nunca se sabe. Seguro que en cada momento tomaste la decisión que creías más acertada, aquella que creías que era mejor para ti, para tu carrera profesional, para tu familia. No, no hay culpas propias, no debe de haberlas. Otro ha tomado la decisión por ti.

Pero el vacío sigue presente. Con el paro y la indemnización tendrás dos años, tres si te administras bien, pero el vacío llegará. Bien, se puede dedicar más tiempo a la familia, a leer todos esos libros que están pendientes… no, eso es una visión demasiado bonita. Porque estarás pensando en los gastos superfluos a eliminar, cuando llevas años eliminándolos; estarás pensando en cómo vas a pagar la universidad de tus hijos, que ya llegan; estarás pensando en un futuro inmediato que se acerca a la carrera.

Reciclarse. Esa es una de las salidas que proponen, intentando que el peso de la culpa recaiga sobre ti. “Si no te colocas es porque no te reciclas”. A la mierda el reciclaje. Eres profesional, que has conseguido trabajar durante un montón de años en aquello para lo que te habías preparado en la universidad, aunque no exactamente, sí al menos en el sector. Eres profesional con formación y experiencia. Te dicen que lo que tienes que hacer es convertirte en becario de algo que no sabes, ni te gusta. A la mierda el reciclaje.

Competir. Competir en las ofertas de empleo con jóvenes recién licenciados que serán capaces de trabajar hasta gratis con tal de obtener esa experiencia que les van a exigir en cualquier trabajo. Una mierda de jefe de personal, perdón, de recursos humanos, leerá que tienes más de 50 y pensará que estás acabado y que, encima, seguro que quieres tener derechos laborales. Con lo fácil que es contratar a un joven al que explotar bajo la amenaza de mandarle a Alemania. Y los hay buenos, que sé que hay empresarios decentes, pero no pueden competir si los de la empresa de al lado trabajan con esclavos. Competir por un puesto de trabajo de esclavo, que en muchas ocasiones ni siquiera te garantiza casa y comida… A la mierda el competir.

Hay, sí, una pequeña salida en esa competición. Que un amigo-conocido sepa cómo trabajas, que te conozca lo suficiente como para saber que tu formación y experiencia es mucho más importante que tu fecha de nacimiento. Es una salida, es una  posibilidad a explorar.

Autoempleo. Creo que sí, que ésta es la única salida real. Es lo que podemos y debemos probar. Solo o formando una cooperativa con amigos en tu misma situación. ¿De qué?. Eso ya no sé. Puede ser haciendo eso que siempre ha sido tu hobby e intentando sacarle una rentabilidad económica, o haciendo tu trabajo, el de siempre, pero de forma autónoma, aprovechando las nuevas tecnologías. Sí, para mi es la mejor posibilidad, y no sé si lo es para ti. Pero seguir metido, como trabajador, en un mundo de empresarios sinvergüenzas o que les obligan a serlo, en un mundo donde compites con jóvenes que renuncian a sus derechos… no, la salida pasa por evitar ese mundo.

Sé que plantearlo es fácil. Empatía, a la mierda la empatía. Por mucho que quiera, por mucho que lo haya pensado, no estoy en esa situación. Aunque vea que el vacío va a llegar, no estoy frente a él. Y sé que es fácil teorizar sobre qué hacer, pero sólo tú estás mirando el vació de frente. Teorías, a la mierda mis teorías.

No sé. No te habrá servido de mucho lo que te he dicho, pero tampoco sé que otra cosa decirte. “Ánimo”, “sé fuerte”, “estoy para lo que necesites”, “qué cabrón tu jefe”…. Estas palabras podían haber sido la respuesta a tu mensaje. Pero mereces más y no sé como decírtelo, no sé que decirte.

Sí, sigue habiendo miedo a perder el trabajo, mucho miedo. Sigue vigente una reforma laboral que ha destrozado el mundo laboral y que no se arreglará con un  cambio legislativo. Requerirá de años, puede que de generaciones, para que los trabajadores volvamos a tener derechos, los derechos que habíamos conseguido y que con una ley nos han robado. Como en todo robo, hay posibilidades de detener a los ladrones, pero es muy difícil que te restituyan todo lo robado.

Sé que no es lo que esperabas. Sé que podría haberte dibujado un panorama más esperanzador, decirte que el vacío es sólo una sensación que puedes llenar con una familia que te quiere, con unos amigos que siempre estarán a tu lado, con unas posibilidades que están ahí y que no tienes más que probarlas. No, me ha salido todo mucho más deprimente, que seguro que no te ayuda.

Pero sí, de verdad, inténtalo. Eres una persona inteligente, preparada, rodeada de mucho amor, y seguro que si lo intentas lo consigues. Aunque suene mal la frase, la solución pasa por buscarse la vida. Y  tú tienes muchas herramientas para que esa búsqueda sea satisfactoria.

Termino diciéndote que tu jefe es un cabrón, que mucho ánimo, que tienes que ser fuerte y que estoy aquí para lo que necesites. Termino diciéndote que no te dejes acojonar por el vacío, que pelees por mantenerte, por estar y, sobre todo, por ser. Termino diciéndote que no sé que decirte y que esta carta es una mierda de carta. A la mierda la carta.








jueves, 1 de enero de 2015

Balanceando

Hola, espero habértelo dicho ya pero, por si acaso se me ha pasado, gracias. Gracias por haber estado ahí.

Gracias por estar conmigo cuando mi madre, para poder descansar, se marchó. Fue una forma difícil de empezar el año… Luego, como todos los años, ha habido cosas buenas y malas. Pero quien mal empieza…

Gracias por haberme ayudado a desarrollar una actividad en el instituto que me llenaba, y donde he podido conocer a personas increíbles, tanto las que se sentaban en las mesas de ponentes como las que asistían como público.

Gracias por compartir el trabajo que, dicen, tengo que estar contento por tenerlo. Pero la amenaza del ERE que, finalmente, conseguimos parar, y la presión brutal de los últimos meses que me ha llevado al borde de la depresión, no me deja claro en qué platillo de la balanza colocarlo.

Gracias por haber comprendido mi marcha de la política con carnet.

Gracias por estar conmigo en el grupo de teatro, o por haberme ido a ver, y por perdonar todos los errores cometidos por este aprendiz.

Y gracias porque, a pesar de haberte defraudado en muchas ocasiones, no has dejado de estar a mi lado. Lo de antes son cosas que me han pasado, pero que han afectado mucho a mi forma de ser y de estar. Mi carácter, cada vez más huraño, cada vez más cascarrabias, no es fácil, lo sé. Hay muchos momentos en que ni yo mismo me aguanto y valoro muchísimo que tú seas capaz de hacerlo.

Lucila, Ana y Eva han sido unas compañeras de viaje fantásticas, y saber que tengo un refugio donde están ellas me ha ayudado en este continuo andar y desandar caminos. Andares y desandares que he hecho en su compañía, y en la tuya.

No sé lo que deparará este año que comienza. Traerá cosas buenas, cosas malas, y cosas mediopensionistas, como todos. Pero saber que estarás ahí, que podré encontrar tu mano en la orilla cuando el río se embrave, me permite mirarlo con optimismo.  

Si has empezado a leer esto y, sobre todo, si has llegado hasta el final, que sepas que lo que he escrito lo he hecho pensando en ti. Y seré la persona más feliz del mundo si, cuando acabe el año, he podido andar con tu mano unos metros del camino que me espera. Aunque sea de forma virtual, aunque sea pensando en tu ejemplo, aunque sea imaginando el consejo que me darías.

Me gustaría comprometerme y decirte que yo estaré ahí cuando lo necesites, pero ni siquiera soy capaz de asegurarlo. Por eso valoro mucho más el que estés.

De verdad, muchas gracias.