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viernes, 31 de agosto de 2012

De santos y otros cielos

Ayer el santo debía de tener algún compromiso con las alturas y se me fue al cielo. Es lo que tienen los santos que, además de acompañarte, se deben a su jefe, y cuando éste les reclama, pues se marchan y te dejan aquí tirado. Y uno se queda con cara de tonto, como si hubiera perdido el norte. No sé si esta característica de brújula de los santos, que te marcan el norte, es su faceta principal o sólo una de sus muchas capacidades, pero cuando no ves el norte, tampoco encuentras el sur, ni el este, ni el oeste. Bueno, el sur es algo más fácil de encontrar cuando te tomas un par de cervecitas, o eso dice el anuncio, pero sí parece que cuando se te va el santo al cielo se vuelve uno más propenso a pensar en el sur, en el sol, en la luminosidad de calles y paisajes de los pueblos de Andalucía, por poner un ejemplo. O de las playas del Caribe que, aunque nunca haya estado por esos lares, se vienen a la mente como si fueran mi casa natural. No sé si me pasó sólo a mí o fue alguna epidemia. Igual, por allí arriba, andan un poco mosqueados con lo del ecce homo y han llamado a capítulo a todos los santos para intentar poner un poco de orden en el desaguisado. Que digo yo que con que hubieran llamado al santo encargado de la señora pintora habría tenido bastante, y nos podía haber dejado a los demás con nuestro santo. Bueno, puede que el mío también tuviera que ser llamado al orden, que ayer escribí una cosita sobre Rouco e igual no les ha hecho mucha gracia. Espero que no sea eso, porque lo que no les tendría que hacer ninguna gracia es el silencio permanente de ese señor que dice que habla directamente con las alturas pero que, luego, a los demás no nos suelta prenda. Pero hay casos peores, que hay uno por ahí, que dice que es presidente de gobierno, aunque no ejerza como tal, que va todo el día con la cara de haber perdido el santo hace tiempo. Pero retomo, retomo, que hoy es viernes y es mejor no hablar de cosas terrenales, que bastante desagradables están. Mejor nos ocupamos de los cielos. Aunque hablar de cielos en Madrid es también complicado. Hoy se puede ver ¡yupi! porque ayer estuvo soplando eolo y ha dispersado la boina y, de repente, zas, te das cuenta de que el cielo de Madrid también es azul. Pero tranquilos, que enseguida llenaremos las calles, y las M30, y 40 y 50 de coches, y los túneles y los puentes. Madrid se volverá a llenar de coches, y volveremos a tener nuestro cielo gris que nos caracteriza. Otros, que habitualmente suelen disfrutar del cielo azul, esos días lo están viendo negro, manchado por los humos y las cenizas de todos los incendios que nos están dejando sin un solo árbol en España. Houston, tenemos un problema cuando ni podemos hablar de las cosas terrenales ni de las celestes. Pero los de Houston no escuchan porque están pendientes de un cacharro que han dejado en Marte para hacer fotos. Ese cacharro sí que estará más cerca de los santos que se nos han marchado. Igual se acercan a ver el cacharro y se fotografían, aunque creo que para ser santo no puedes tener mucho ego, ni afán de protagonismo ni esas cosas. El cacharro se llama Curiosity, que así, a pecho descubierto, y sin haber ido a los colegios bilingües de la Espe, me atrevo a traducir como Curiosidad. Y sí, es una curiosidad irnos a hacer fotografías a Marte para ver si podemos vivir allí alguna vez, mientras dejamos que se quemen los árboles, y se llenen de plásticos los mares, y se llenen de humos los cielos. Es una Curiosidad ver cómo nos cargamos el planeta en que vivimos mientras buscamos otro donde podamos crear vida. No me extraña que el santo se me fuera al cielo o, como decía aquel, hasta el infinito y más allá, que debe de estar ya harto de andar por aquí.