La derecha no tiene vergüenza, ni se la espera.

Ayer nos reunimos 400 vecinos y vecinas de Barajas para denunciar la tala de 58 árboles en la Vía Gris (antes Verde) de la Gasolina. Podéis encontrar un amplio seguimiento informativo en el periódico del distrito, Distrito 21.

Pero quiero destacar algo que me parece tan grave o más que la tala de árboles: el Ayuntamiento de Madrid intenta justificar su acción sobre una supuesta petición de la mancomunidad de vecinos de la calle Galera. Además de que esta petición es falsa, aún en caso de que se hubiera producido es la derecha del Ayuntamiento la única responsable, ya que es la única que la autoriza. ¿Si pido que corten todos los árboles de El Retiro van a cortarlos porque es una petición vecinal? ¡Cómo se puede tener tanto morro!

Pero no es un problema solamente de morro. Lo que buscan con esta acusación es distraer la atención sobre otros y que los vecinos nos enfrentemos entre nosotros. Es una actitud completamente indigna de nuestros representantes municipales, es una actitud que, simplemente, da asco. Si tuvieran un mínimo de vergüenza pedirían perdón y se marcharían a su casa inmediatamente. Pero los neomorro no tienen vergüenza, ni se la espera.

Esta búsqueda de enfrentamiento entre los vecinos la estamos viviendo también en Villaverde, con la política seguida en los colegios San Roque y Cristóbal Colón, donde buscan el enfrentamiento entre payos y gitanos e inmigrantes. Esta búsqueda de enfrentamiento entre los vecinos la estamos viviendo con las declaraciones de Rajoy, buscando enfrentamiento entre trabajadores españoles y trabajadores inmigrantes. Y esta búsqueda de enfrentamiento la vivimos ahora en la Alameda de Osuna. Los neomorro nadan muy a gusto en la división, sea entre españoles, sea entre madrileños, sea entre quien sea. Divide y vencerás es su lema, y lo llevan a las máximas consecuencias.

Los madrileños no nos merecemos unos responsables municipales y autonómicos que ejercen unas políticas propias de la derecha más repugnante.

La derecha no tiene vergüenza, ni se la espera.