Entre 1958 y 1968 habían pasado muchas cosas: en 1960 los estudiantes negros de Greensboro, Carolina del Norte, ocuparon las aulas para protestar contra la segregación; siguieron manifestaciones en otros lugares del Sur; los estudiantes blancos de izquierdas organizaron el movimiento SDS, Estudiantes para una Sociedad Democrática. La SDS, a partir de 1962 y con la declaración de Prot Huron, tomó el relevo de la New Left, aglutinando a su alrededor un conjunto cada vez mayor de grupos raciales tan distintos entre sí que sólo se parecían en su rechazo al American way of life. En 1963 son expulsados de Harvard los profesores de psicología Timothy Leary y Richard Alpert por realizar experiencias con LSD, alucinógeno importado de Méjico, donde los indios lo usaban desde tiempo inmemorial: comienza el movimiento psiquedélico, elemento cultural decisivo en la formación del underground. Es el año del asesinato de Kennedy, primera gran fisura en la fachada norteamericana que se resquebraja ante la opinión mundial. El informe Warren no hace sino reforzar las sospechas de que algún grupo de extrema derecha está detrás del crimen; sospechas fuera de los Estados Unidos, claro está, porque allí los medios de comunicación se ocuparon de enseñar la lección a la "mayoría silenciosa". En 1964 hay el primer enfrentamiento grave en la universidad: en Berkley estalla una revuelta para conseguir libertad de expresión para debatir cuestiones políticas en la universidad; es el Free Speech Movement que encabeza Mario Savio; paralizan la universidad y obtienen sus demandas. En 1965 asesinan al dirigente radical negro Malcom X, estalla la rebelión de los negros en el barrio Watts de Los Angeles, se producen marchas de protesta en el Sur y sobre Washington D.C. Los Estados Unidos invaden la República Dominicana y bombardean sistemáticamente Viet-Nam del Norte. El año 1967 el movimiento hippy aflora en todo su explendor multiforme: primer "Be-in", festival en el parque Golden Gate de San Francisco con asistencia de George Harrison, Leavy, Ginsberg y Kerouac. Comienza la resistencia contra el reclutamiento militar y se organiza la marcha contra el Pentágono que Norman Mailer describe en "The Armies of the nigth". En 1968 se multiplican los incidentes: Marthin Luther King cae asesinado, la policía de Chicago apalea a los hippies que organizaban una convención bufa para designar como candidato a la presidencia al cerdo que, por cierto, acabó en la cárcel como los demás; en el desmadre policial que se desencadena son agredidos periodistas, reporteros de TV, los clientes del hotel donde estaban las oficinas del candidato Mc Carty, y hasta el inefable Hugh Heffner, director de Playboy, que pasaba por allí. Disturbios en las universidades de Columbia, Standford, Berkley, Orangeburg y San Francisco State.
El año 1969 nace el Movimiento de Liberación de la Mujer, se construye el People's Park de Bercley y la policía lo ocupa, muere una persona y la universidad es tomada militarmente por el ejército. Avionetas gasean indiscriminadamente el campus, y quien esto escribe tiene que salir de clase llorando a lágrima viva precedido por el eximio sociólogo judío Leo Lowenthal, de la escuela de Franckfurt, exiliado de Alemania por la venida de Hitler, y cuya indignación puede imaginar el lector al ser gaseado, en clase, en la democrática América. Comienza una operación a escala nacional contra los Black Panthers: Fred Hampton es muerto a tiros en su cama en Chicago, Bobby Seale es encarcelado y Eldridge Cleaver se exilia a Argelia. Un sacerdote católico, Daniel Berrigan, ocupa con otros una caja de reclutas y quema miles de cartillas militares destinadas a la guerra de Viet-Nam. En el verano, unos 300.000 hippies asisten al festival musical de Wooddstock, que marca un hito en la toma de identidad del underground. En el año 1970, Nixon, Agnew y Mitchell inician una operación de represión contra el underground, cuyos efectos devastadores arrasaron la contracultura en la década de los setenta.El sistema, consciente del peligro potencial que entrañaba la revolución cultural de los jóvenes, desplegó, a partir del advenimiento de Nixon, una eficacísima campaña de represión, atacando a cada oponente con una estrategia distinta. A los activistas más politizados como Weatherman, Black Pnthers y Sinbiotic Liberation, los eliminó por la fuerza de las armas; a los hippies inofensivos los destruyó con la diseminación de drogas adictivas (heroína, speed), los marginó en comunas rurales inocuas, o asimiló merced a movimientos pseudo-espirituales como el cerduno gurú Maha-ri-ji o los "Jesús-freaks". En este sálvese quien pueda generalizado, algunos han tenido el cinismo de comercializar el movimiento en engendros banalizadores como Hair y Jesucristo Superstar.
Y de aquellos polvos vienen estos lodos
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