

Tenía pendiente hablar del
Sistema Nacional de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela, Premio Príncipe de Asturias de la Artes. Para mí es uno de los premios concedidos con mayor fundamento. El usar el arte, en este caso la música, como elemento de transformación social es una iniciativa que está consiguiendo unos objetivos para quitarse el sombrero. Cientos de escuelas de música, cientos de miles de alumnos formados musicalmente, la mayoría procedentes de los sectores más desfavorecidos de la sociedad venezolana, decenas de premios nacionales e internacionales, traslado del modelo a numerosos países, son algunos de los elementos que hacen de esta iniciativa un modelo digno de ser premiado y digno de ser copiado.
En España no sé quién debería copiarlo. El Ministerio de Cultura seguro que tiene algo que decir, así como las distintas consejerías de cultura de las Comunidades Autónomas. Seguramente sea necesario el acuerdo de todos, pero merece la pena intentarlo.
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