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jueves, 17 de marzo de 2011

La categoría y la anécdota de Gallardón

Un madrileño cualquiera decide pintar su parte correspondiente de fachada con un color distinto al resto, o tala un árbol de su propiedad sin permiso, o baja a la calle y se pone a hacer una zanja, o tira un papel al suelo, o realiza cualquier otra actividad en contra de lo que dictan las ordenanzas, y el castigo aparecerá. Primero en forma de multa, y segundo en forma de restitución de lo dañado. Si el daño producido es grave (por ejemplo, talar árboles en la Casa de Campo), tendrá también pena de cárcel.

Pero Gallardón no es un madrileño cualquiera. Él puede hacer una obra a lo largo de toda la M-30, que encima él no paga, sino que nos la cobra a todos los madrileños durante generaciones, puede cortar miles de árboles, puede no hacer simples zanjas sino túneles interminables, puede ignorar los informes de técnicos, políticos, especialistas, y no pasa nada.

Si te llamas Gallardón la ¿justicia? te dirá que te has portado mal, pero no pasa nada. No tendrás multa, no te obligarán a reponer lo dañado, no irás a la cárcel, ni siquiera te dirán que quedas inhabilitado para ejercer cargo público. ¿Qué son 7.000 millones de euros de deuda por la M-30? ¿Qué son si, además, los voy a pagar yo, y mis amigos, y mi familia, y mis compañeros de trabajo, y mis hijas, y los hijos de mis hijas, y los hijos de los hijos de mis hijas? ¿Qué son miles de árboles de decenas o centenares de años de vida talados? ¿Qué son los ríos subterráneos y las capas freáticas desviadas sin control, sin importar a dónde iban o a dónde van?

Todo eso no es nada: la ¿justicia? le dice a Gallardón: “has sido malo” y ya está.

Gallardón puede seguir haciendo obras ilegales, puede seguir talando árboles a diestro y siniestro, puede seguir haciendo de Madrid su cortijo porque es intocable y la ¿justicia? no le inhabilitará para cargo público.

Podía darse el caso de que tuviera un mínimo de dignidad y dimitiera. Podría darse el caso si Gallardón fuera demócrata. Pero esta “cara amable del PP” tiene el mismo concepto de democracia que sus compañeros gurterlianos de Madrid y Valencia: como es intocable para la ¿justicia? seguirá en su cortijo aplastándonos a todos los madrileños y al medioambiente. La “cara amable” es realmente un “cara dura”.

Ayer Gallardón, defendiendo al inútil del Consejero de Transportes de la Comunidad de Madrid, decía que “en política lo importante es la categoría, no la anécdota”. El ser condenado por el Tribunal Superior de Justicia de Madrid por hacer una obra ilegal que endeuda a los madrileños por generaciones y que ha hecho un daño irreparable al medioambiente ¿es categoría o es anécdota?

Al menos sí que podremos decir, a raíz de la sentencia, que Gallardón es un delincuente, sin castigo, pero un delincuente, y es una deshonra para todos los madrileños que un delincuente sea nuestro alcalde. Y esto no es ninguna anécdota.

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