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domingo, 9 de junio de 2013

Una multa si mi hija se emborracha


Parece que la señora ministra de Sanidad tiene intención de multarme si alguna de mis hijas tiene un coma etílico. Mire señora Ana Mato, luego le cuento lo que me parece esta medida, pero permítame ponerle en antecedentes.

Resulta que a mis hijas, usted y su gobierno, y su partido, se lo han robado todo.

La Comunidad de Madrid, donde vivimos, y gobernada por su partido, decidió robarles su derecho a que un orientador escolar las atendiera en el instituto. De dos que había, que ya era una cifra ridícula, lo han dejado en uno. Una persona para orientar a 1.100 chicos y chicas adolescentes.  Si esta orientadora decidiera hacer entrevistas personales para conocer a los alumnos y sus problemas, tendría que hacer más de cinco al día para llegar a final de curso habiendo hablado con todos. Y no digamos cual sería la situación si tuviera que hacer seguimiento del 10% de los alumnos, hablando con sus familias e intentando plantear soluciones. Lógicamente, la orientadora del instituto no cuenta con el apoyo de ningún psicólogo, ni pedagogo, ni de absolutamente nadie.

Pero no contentos con eso, en su partido decidieron quitarle a mis hijas su derecho a ser educadas por profesores. Cuando masifican las clases, cuando eliminan desdobles, cuando los alumnos se convierten en una masa, el profesor no puede educar y se limita a transmitir conocimientos. Ustedes insisten en que la educación sirve para formar trabajadores que sepan cosas. Yo creo que la educación sirve para formar ciudadanos, que sepan vivir. Llamar "educación" a lo que ustedes han montado en Madrid es un simple eufemismo. Deberían llamarlo "Consejería de Transmisión de Datos", o de Data Transfer, que somos bilingües, chupi.

Creo que todos estamos de acuerdo en que la educación hay que mejorarla, y cada uno pensará una forma de mejora. Mire, la mía, por no entrar en muchas profundidades, pasa por un menor número de alumnos por aula, por profesor, de forma que el profesor, además de dedicarse a transmitir conocimientos, sea también un educador. O, al menos, que cuando detecte un alumno que necesita ayuda, esta ayuda la tenga, ya sea a través de un orientador, o un psicólogo, o un pedagogo, o un profesor de apoyo. Sólo pido que si mis hijas tiene un problema alguien las ayude. ¿Es tanto pedir?

Aún así, ha habido profesores, pocos, que se han preocupado por mis hijas. Han detectado algún problema de comportamiento, o de adquisición de conocimientos y me lo han transmitido. Pero ¿cual ha sido la solución que han aportado?. Ninguna por parte de la administración educativa, porque no la hay. La solución pasaba porque dejara mi trabajo y estuviera con ellas en casa a partir de las 14:30h, o que contratara a un profesor particular que las atendiera y las transmitiera más conocimientos. No he podido llevar a cabo ninguna de las dos soluciones propuestas.

Me imagino que cuando se es condesa, o se tiene un jaguar aparcado en el garaje, la vida se ve de otra manera. Cuando se es un trabajador y no se puede dejar de trabajar y no te puedes permitir pagar un profesor particular, le aseguro que miras a todos los lados, miras a la administración buscando ayuda, y solo ves puertas cerradas.

Había una asignatura que intentaba ayudarme en su formación como personas. Era "Educación para la Ciudadanía". Si alguna queja tenía de esta asignatura era que su entrada en el sistema educativo había sido demasiado tímida. Me hubiera gustado que Educación para la Ciudadanía fuera una asignatura troncal, tan importante como Lengua o Matemáticas, con las mismas horas lectivas. Para mí es más importante que mis hijas, cuando se están formando como personas, sean buenas ciudadanas, a que tengan muchos conocimientos de una materia. Pues bien, ustedes deciden dinamitarla. Hacen que esa asignatura desaparezca porque según ustedes la administración educativa no debe educar, sino transmitir conocimientos.

Por si fuera poco, también vivo en la ciudad de Madrid, donde su partido también gobierna. Y vuelvo al tema del alcohol. Resulta que el Ayuntamiento de Madrid ha decidido echar a la calle a todos los trabajadores que llevaban a cabo programas de "Prevención de las Drogodependencias" en los centros educativos. A la calle, ya no hay. Su partido cree que no son necesarios estos programas y deja a mis hijas abandonadas, de nuevo.

Y no voy a entrar en que, después de clase, no hay nada que hacer. Ni media programación cultural o educativa destinada a los jóvenes en mi distrito de Barajas. Nada. Tuve la ocasión de decírselo al anterior concejal de su partido. Le dije que mi hija me había preguntado, cuando iba a quedar con sus amigas, que dónde podía ir. No supe contestarla. Le transmití la pregunta al concejal de su partido, al responsable de organizar actividades, y tampoco me supo contestar. Mi hija, con sus amigas, se fue al parque Juan Carlos I, a pasar la tarde. Qué bien que hay un parque, pero pasear una tarde, y otra, y otra, no es solución. Allí se dan los principales casos de botellón de nuestro distrito. Mi respuesta, y la respuesta del responsable de su partido a la pregunta de mi hija es: vete al Juan Carlos I, pero no te mezcles con tus compañeros que están haciendo botellón. La respuesta es: adolescente que no te formo ni te ayudo cuando te estás formando, cuando más lo necesitas, debes tener suficiente capacidad para decir no.

Todo estos son los antecedentes del tema que ahora me preocupa, y es que usted me quiera multar si mi hija se emborracha. Usted, que no tiene problemas económicos para pagar los profesores particulares que sus hijos necesiten, para pagarles psicólogos, y orientadores, para darles dinero para el cine y el macdonald cada vez que su hijas le digan "¿qué hago hoy?", le parecerá que es una historia de otro mundo. Pero no, es una historia de un ciudadano a quien usted gobierna.

Y yo tengo la enorme suerte de seguir trabajando. No quiero ni pensar en el drama que se vivirá en aquellas familias, millones, con todos sus miembros en paro, cobrando unas ayudas ridículas o que ya nos las cobran, que se ven obligados a mendigar, o a pedir la solidaridad de sus vecinos, una solidaridad que no encuentran en la administración que nos gobierna.

Sí, los padres somos responsables de la educación de nuestros hijos, pero necesitamos ayuda, pedimos ayuda para educarles, pero usted y su partido que nos gobiernan no nos la dan y nos quitan la poca que teníamos.

¿Sabe lo que me gustaría?. Me gustaría que si mi hija se emborracha, se hablara con su instituto para que profesionales en atención a la drogodependencia, psicólogos, orientadores, le hicieran un seguimiento. Que vieran cuáles son sus carencias y cómo solucionarlas. Incluso que se hablara con los Servicios Sociales para que hicieran un seguimiento de mi familia, para ver qué necesidades tenemos y cómo se pueden solucionar.

Per no, usted prefiere multar. Si mi hija se emborracha, usted me multa, y se acabó. ¿qué pretende conseguir con esa medida? Por ahora no he pasado por esa situación con ninguna de las dos. Puede que sea uno de esos padres ciegos que no ven las evidencias. También es posible. Pero si las viera, hablaría con ellas intentando educarlas, y las castigaría de alguna manera. Pero cree usted que si me multa me voy a tomar  mi papel de padre "más en serio". Mire, es usted imbécil. Desde su torre de marfil no me ve y no ve a ningún padre de este país. No se entera que para ser mejor padre, para educar mejor a mis hijas, no necesito multas, sino ayuda.

Pero no, usted quiere multar. Usted que no se entera de quién es el coche que hay en su garaje, usted que no se entera quién paga las fiestas de cumpleaños de sus hijas, usted que no se entera quién paga sus viajes y los de sus hijas a Eurodisney o a cualquier otro lugar dentro o fuera de nuestra fronteras, quiere multarme si yo no me entero de que mi hija se emborracha cuando va a pasear al Juan Carlos I.

Pero, admitiendo su concepción policiaca de la sociedad, hay otras formas. ¿Que me quiere castigar?. Bien tiene el poder para hacerlo. Pero una multa de 300 euros (reconozco que no sé con cuánto me piensa multar), a mí y a mi familia nos hace polvo. A Botín, o a usted, o a cualquier dirigente de su partido, le traen al fresco esos 300 euros. Si quiere castigar a los padres, hágalo de tal forma que a todos nos duela por igual.

Oblíguenos a los padres e hijos a asistir a cursos de concienciación sobre el tema,  o a centros de atención de drogodependientes a verlos, a vivirlos, a entender qué es lo que nos jugamos, mis hijas y yo, las suyas y usted.

Si insiste en multarme no sólo pensaré que usted es imbécil; también pensaré que es una sinvergüenza.

PD.- Hoy mi hija mayor cumple 18 años. Según su concepción de la familia, a partir de ahora me importará un pito si mi hija se emborracha porque ya no me puede multar. Insisto, es usted imbécil, y sinvergüenza. Pero aproveche, que aún tengo una hija de 15 años, y si siguen robándole en educación es posible que todavía pueda ponerme unas cuantas multas. No desespere, que usted y su partido aún pueden machacar a mi familia un poco más.
   

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