DEFENDIENDO LA EDUCACIÓN Y LA SANIDAD PÚBLICA. DEFENDIENDO EL ESTADO DEL BIENESTAR.

POR AQUÍ, ÚLTIMAMENTE, ANDO POCO. ES MÁS FÁCIL ENCONTRARME EN FACEBOOK O EN TWITTER

lunes, 25 de noviembre de 2013

Carta a un maltratador


Hola Juan, te lo he dicho muchas veces, pero como cuando me dices “sí, sí” no sé si es que me mientes o si es que se te olvida en cuanto nos despedimos, te escribo esta carta. Es para que la leas, y la guardes, y la releas y reflexiones sobre ella. Ojalá te sirva, aunque permíteme que tenga muchas dudas al respecto.

Mira, nos conocemos de toda la vida, así que no me vengas con cuentos. Ya te lo decía cuando jugábamos juntos al fútbol y empezamos a salir con chicas. Me acuerdo de aquella que te dejó porque no querías que se pusiera minifaldas, o aquella otra que también lo hizo porque la echaste la bronca de su vida cuando te dije que había estado tomando unas cañas con ella. Sí, machote, sí, que la zarandeaste mientras la gritabas porque se había tomado unas cañas con tu mejor amigo.

¿Que cómo lo sé? Porque me encontré hace poco con ella y me contó toda la historia. Sí, me acuerdo que tú presumías de haberla dejado. Pero no, fue ella la que te mandó a hacer gárgaras después de sentir tu respuesta violenta. A mí no fuiste capaz de decirme nada, ¿eh machote?

Ya entonces te comportabas de una forma…digamos… rara con las mujeres. Te gustaban mucho, te enamorabas enseguida, pero en cuanto empezabas a salir con alguna tu obsesión era cambiarla. Sí, querías que dejara de ser esa mujer de la que te habías enamorado para que fuera un diseño que tú tenías en la cabeza. ¡Cuántas chicas, cuántas mujeres se fueron de tu lado!

Pero por fin la encontraste. Encontraste una mujer que, aún no sé por qué, decidió compartir su vida contigo. Y eso que su vida cada vez fue menos suya, porque para estar contigo tenía que adaptar su forma de vestir a aquello que tú considerabas que no era provocativo, tenía que dejar sus amistades a un lado, tenía que encerrarse en su casa hasta que tu decidieras ir a buscarla para salir.

“En toda relación hay que adaptarse a los gustos del otro”, me decíais. Pero veía que la única que se adaptaba era ella, y que tú, al contrario, ibas cada vez poniendo más y más requisitos, más y más normas que sólo le afectaban a ella.

Creía que te estabas equivocando, creía que os equivocabais ambos, pero era vuestra vida y tenías derecho a vivirla como más os apeteciera.

Pero has cruzado el Rubicón. La verdad es que ya no sé si lo acabas de cruzar o lo cruzaste ya hace mucho tiempo y yo he estado en Babia.

Cuando el lunes la vi con las gafas de sol a pesar de la lluvia que nos estaba cayendo…

¡¿Cómo has podido?!. Quién te crees que eres. Ni a ella ni a nadie, pero menos a ella. Te ha dado los mejores daños de su vida, te ha dado un hijo “clavadito, clavadito a su padre”, te ha dado su vida y tú, maltratador, le haces esto.

Sí, eres un maltratador. Puede que siempre lo hayas sido. Podría dedicarte muchos insultos, todos los que se me vienen a la cabeza, pero creo que no hay un insulto mayor para un hombre que llamarle maltratador. Aprovecharte de tu fuerza física para golpear a una mujer, a tu mujer…

No hay “es que” que valgan. Me da igual lo que ella haya hecho, me da igual el día que tuvieras, me da igual todo. No se debe emplear nunca la violencia, pero lo más repulsivo es que la emplees contra quien ha decidido compartir su vida contigo y debería sentirse la persona más segura del mundo dentro de su casa. Pero has convertido su casa, tu casa, en una mierda. No, machote, no. No eres un machote, eres un maltratador.

Sigo siendo tu amigo. La verdad es que me cuesta decirte que soy tu amigo, pero lo soy. Y precisamente por eso, en cuanto deje esta carta en tu buzón, voy a ir a la comisaría a denunciarte. No sé si la denuncia prosperará, no sé si ella me apoyará o preferirá decir que no pasa nada. Pero es mi obligación, precisamente por ser tu amigo, denunciarte.

No puedes volver a hacerlo, no puedes volver a imponer por la violencia nada. No puedes seguir destrozando su vida, o la de cualquier otra que la comparta contigo en un futuro.

Reflexiona sobre lo que has hecho, sobre lo que estás haciendo. Estás destrozando su vida, y la de tu hijo, y también la tuya. Creo que es lo mejor que puedo hacer y, porque quiero poder seguir llamándote amigo, te he denunciado.



Con esta carta he obtenido el tercer premio del concurso "Carta a un maltratador" del Distrito de Barajas

1 comentario:

Unknown dijo...

Magnífico relato corto Alberto. Un fraternal abrazo. Antonio José Cerdán Ruimonte.