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jueves, 26 de diciembre de 2013

Mi padre no era bombero

No, mi padre no era bombero. Si lo hubiera sido, igual habría podido heredar un cuerpo de calendario, de esos que tienen músculos con nombre.

Pero mi padre era ferroviario, de la RENFE. Y no de esos ferroviarios que ponen traviesas o raíles que, de haber sido así, igual también tendría un cuerpo de anuncio, como aquel famoso de Pepsi en el que un montón de oficinistas mujeres miraban al limpiador de cristales. No es igual de chic que ser bombero, pero de cuerpo andan ahí ahí. No, era ferroviario pero de oficina, y sus ocho horas sentado frente a una mesa debieron de afectar a que su cuerpo se formara como una masa uniforme, redondeada, donde no había músculos.

Yo he heredado ese cuerpo, y mis ocho horas obligadas frente al ordenador, más algunas horas voluntarias, han ayudado a preservar esa herencia cuasi genética. Aunque visualmente no sea de lo más agradable, lo bueno que tiene es que se evitan muchos dolores. Aquellos que tienen abductores te comentan cómo, de vez en cuando, les duelen. ¿Abductores? ¿Qué coño son los abductores? Yo no tengo, y me evito sus dolores. Como mucho a mí me puede doler alguna vez la pierna, o la tripa, o la espalda, pero no me duele nunca ningún músculo con nombre.

A los que les duelen los músculos les suele obsesionar que compartas su dolor con ellos, y te dicen aquello de “has echado tripa”, o “¿tú no vas al gimnasio?” como si el no ir fuera un delito vergonzante sobre el que te tienes que justificar.

Podría, sí, podría ponerme a régimen severo de frutas y verduras, crudas o cocidas, nunca fritas y, sobre todo, sin salsa donde mojar el pan. Y apuntarme a un gimnasio donde mi personal training me dijera qué aparatos hacer para conseguir músculos con nombre en las partes de mi cuerpo más redondeadas. Podría, sí, podría, pero me da tanta pereza…

Hasta para andar. Me gusta pasear, me encanta, y suelo hacerlo, cuando hace buen tiempo, unas dos horas al día. Pero eso, pasear, mirando los árboles, o los edificios, o a las personas con las que te cruzas. Y mantener una conversación relajada con mi pareja, que me acompaña en esos paseos. Eso de salir a “andar” a todo lo que da, como si te fuera la vida en ello, y llegar empapado de sudor, no es lo mío.

De todas formas no soy insensible al tema y, ya de puestos, me propongo ejercitar músculos a tutiplén. Sí, ahora que para año nuevo hay que tener buenos propósitos de cambio, ese va a ser mi principal motor de cambio: ejercitar los músculos.

Voy a procurar, todas las mañanas, dedicar treinta segundos a mirarme al espejo y sonreir. Y así, con esa sonrisa, salir a la calle, e intentar mantenerla y aumentarla a lo largo del día. Es un ejercicio duro, porque la espera del autobús, la llegada al trabajo y a sus problemas, los jefes que tienen músculos con nombre a base de jugar al pádel… no lo pondrán fácil. Pero procuraré mantener los músculos faciales con esa tonalidad que sólo sabe dar una sonrisa, o una buena carcajada.

Igual te quieres apuntar conmigo a este gimnasio facial. Sería bueno que, cuando nos encontráramos, en lugar de preguntarnos por los problemas del trabajo, o de su ausencia, o por la curva más o menos pronunciada que se ve por encima del cinturón, nos preguntáramos por cuántas veces hemos sonreído hoy, o cuántas veces hemos tenido una carcajada sincera. “Hoy me he pegado tres carcajadas que me han hecho llorar” “¿Sí?, no me digas, ¿y cómo ha sido?” y, a partir de ahí, tener una conversación sobre las cosas que hoy nos han hecho ejercitar los músculos de la cara, sobre aquello que nos ha hecho ser más felices. Y cuando te encontraras con alguien que te dijera “hoy no me he carcajeado ni una sola vez”  preocuparnos por esa persona e intentar cambiar su día. Te pido encarecidamente que si alguna vez te contesto algo así, me ayudes a mantener mi ejercicio facial.

Es un propósito de año nuevo y, como tal, igual sólo dura un par de días, o el mes de enero. Pero lo voy a intentar, que el tema éste de los músculos me tiene preocupado. ¿Te animas a formar parte de este gimnasio facial?. Si lo ves muy duro empezar de golpe, igual con un poco de sonrisa en los ojos al principio vale. Ya llegará la carcajada. No podremos poner nombre a los músculos que ejercitemos, peor lo pasaremos muy bien.

PD. Para aquellos que quieran conocer un poco más del tema, les dejo este enlace donde se promociona la sonrisa, la risa, la carcajada. Venga, anímate. http://ar.answers.yahoo.com/question/index?qid=20070520153218AA4TvbH




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